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Viena en verano es un destino soñado, pero las altas temperaturas y las multitudes pueden arruinar tu viaje. Con más de 6.8 millones de turistas al año, lugares icónicos como el Palacio de Schönbrunn o la Catedral de San Esteban suelen tener largas colas bajo el sol abrasador. Muchos no saben lo intenso que puede ser el calor urbano: en julio y agosto, las temperaturas superan los 30°C, y las plazas pavimentadas crean 'islas de calor' 10-15 grados más calientes que las zonas con sombra. Perder tiempo en colas o buscando mesas libres puede estropear lo que debería ser una experiencia cultural mágica. Los locales saben cómo disfrutar la ciudad evitando estos problemas, y con las estrategias adecuadas, tú también podrás.

Visitas estratégicas: cómo disfrutar los lugares sin sufrir el calor
El secreto para disfrutar de los sitios más populares de Viena está en dos claves locales: el horario y las entradas alternativas. Empieza temprano: llegar al Palacio Hofburg a las 8:30 am te permite disfrutar su grandeza con menos gente antes de que lleguen los grupos turísticos. Muchos no saben que varios museos ofrecen entradas con descuento para visitas nocturnas, cuando baja la temperatura y hay menos gente. Para lugares al aire libre, como los jardines del Palacio Belvedere, planea tu visita durante la hora dorada, cuando la luz es mágica y los caminos de mármol están más frescos. Otro consejo: busca entradas menos conocidas. Por ejemplo, el Museo Kunsthistorisches tiene una entrada lateral cerca del Templo de Teseo que suele estar vacía mientras la cola principal está llena. Pequeños ajustes pueden transformar tu experiencia de agotadora a increíble.
Refugios frescos que solo conocen los locales
Cuando el sol del mediodía aprieta, los vieneses escapan a lugares frescos que la mayoría de turistas no descubren. La fábrica de porcelana Augarten ofrece talleres con aire acondicionado donde ver a artesanos crear piezas delicadas, una experiencia cultural que también sirve de refugio del calor. Para refrescarte de forma natural, visita las ruinas romanas subterráneas de Michaelerplatz, donde las paredes de piedra mantienen una temperatura constante de 18°C. No te pierdas los 'Durchhäuser', pasajes históricos entre edificios que ofrecen atajos sombreados y patios encantadores para descansar. Uno espectacular conecta la calle Graben con la tranquila Franziskanerplatz. Estos secretos urbanos no solo dan respiro, sino que revelan capas de la historia de Viena que muchos turistas pasan por alto.
Dónde comer cuando los restaurantes turísticos están llenos
Nada arruina más una noche en Viena que esperar horas en cafés o heurigers famosos. Los viajeros inteligentes adoptan la costumbre local del 'segundo desayuno': un bocado en panaderías de barrio como Felzl o Der Mann hacia las 10:30 am, cuando los sitios turísticos están llenos pero estos lugares locales tienen mesas libres. Para cenar, busca tabernas 'Beisl' fuera del Ringstrasse, como Gasthaus Wolf o Plachutta Wollzeile, donde sirven auténtico schnitzel sin las largas esperas de lugares más céntricos. Un truco es visitar el Naschmarkt en horas menos concurridas: muchos puestos tienen mesas libres a media tarde, cuando los del almuerzo se han ido y los de la cena aún no llegan. Recuerda que los vieneses cenan más tarde: llegar a un restaurante a las 6:30 pm suele garantizar mesa libre mientras otros siguen esperando.
Experiencias alternativas para evitar las multitudes
Mientras las multitudes abarrotan la Escuela Española de Equitación, los visitantes avispados descubren que los entrenamientos matutinos (abiertos al público) ofrecen los mismos caballos mágicos con menos gente y precios más bajos. En lugar de hacer cola en la noria del Prater, visita el Museo del Tranvía, con sus vagones antiguos y aire acondicionado. Para amantes del arte, el Palacio Liechtenstein Garden alberga colecciones de primer nivel en un ambiente fresco y sin aglomeraciones. Uno de los secretos mejor guardados de Viena son las piscinas municipales del Canal del Danubio: Strandbad Alte Donau ofrece vistas espectaculares de la ciudad mientras te refrescas, con pases diarios económicos. Estas alternativas no solo evitan multitudes, sino que ofrecen una conexión más auténtica con la cultura vienesa que el típico recorrido turístico.