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Bajo las elegantes calles de Viena yace un mundo misterioso que pocos turistas llegan a ver: un laberinto de bóvedas medievales, criptas olvidadas y búnkeres de guerra que cuentan historias ocultas de la ciudad. Mientras el 89% de los visitantes se dirige a palacios y museos en la superficie, estos espacios subterráneos guardan una historia igual de fascinante, pero sin las multitudes. El desafío: la mayoría de estos sitios tienen acceso restringido, horarios confusos o requieren permisos especiales que incluso muchos locales desconocen. Entre las barreras del idioma y la información dispersa en línea, los viajeros a menudo pierden tiempo valioso intentando descubrir los secretos mejor guardados de Viena. No son simples sótanos, sino cápsulas del tiempo que preservan desde almacenes de vino de la era Habsburgo hasta escondites de la resistencia nazi, ofreciendo una perspectiva única que ningún tour convencional puede igualar.

Descubre los secretos bajo tierra en Viena
El subsuelo de Viena no es un sistema unificado, sino capas históricas distintas preservadas bajo edificios modernos. Los más accesibles son las bóvedas mercantiles del siglo XVI en Griechengasse, donde antes rodaban barriles de vino bajo techos de ladrillo abovedados, ahora escenario de conciertos atmosféricos. Más inquietantes son las catacumbas de la época de la peste bajo la Catedral de San Esteban, con huesos apilados que narran epidemias del siglo XVII. La historia de la Guerra Fría se esconde en la red de búnkeres atómicos bajo el centro, mientras que los refugios antiaéreos de la Segunda Guerra en Augarten aún conservan grafitis de la época. Cada sistema tiene dueños distintos (desde la Iglesia Católica hasta autoridades municipales), por lo que no hay un solo ticket o tour que los cubra todos. Los locales recomiendan centrarse en dos experiencias complementarias: las bóvedas medievales restauradas que muestran la vida cotidiana, y los espacios del siglo XX que revelan historias de supervivencia.
Consejos para visitar sin contratiempos
La mayor frustración no es encontrar estos sitios, sino llegar y descubrir cierres inesperados o tours agotados. Para las catacumbas de la catedral, llega 30 minutos antes de la apertura (10 am, martes a sábado), ya que los grupos son limitados a 15 personas y se llenan al instante. Las bóvedas mercantiles, como las bajo el restaurante Greek Beisl, aceptan visitantes sin reserva, pero solo en horas de almuerzo poco concurridas. Un truco poco conocido es revisar el evento 'Larga Noche de las Iglesias' en mayo, cuando criptas normalmente cerradas abren hasta medianoche. Si encuentras barreras de idioma en sitios pequeños, busca los archivadores rojos 'Besucherinfo', que a menudo contienen traducciones al inglés faltantes en las señales. Las reglas de fotografía varían: sitios militares suelen prohibir cámaras, mientras que las bóvedas medievales fomentan publicaciones en redes. Lleva un suéter ligero sin importar la estación: estas cámaras de piedra mantienen 12°C (54°F) todo el año.
Tours guiados que abren puertas inaccesibles
Algunas bóvedas solo revelan sus historias completas con guías expertos. El Museo del Tercer Hombre ofrece acceso a una sección del sistema de alcantarillas ocupado por los Aliados (famoso por la película clásica), con compuertas antiguas aún operativas. Para historia de la Segunda Guerra, el Dokumentationsarchiv organiza tours mensuales de un búnker nazi bajo el museo Albertina, mostrando sistemas de ventilación y rutas de escape originales. Los amantes del vino no deben perderse los tours privados de bodegas en distritos como Grinzing, donde familias comparten bóvedas de 300 años usadas tanto para fermentación como refugio en la guerra. Estos tours especializados suelen agotarse con meses de anticipación, pero a veces ofrecen cupos de último momento (activa alertas en plataformas como Falter o WIENXTRA). Aunque más costosos (€25-50 por persona), incluyen áreas inaccesibles para visitantes independientes, como la inquietante 'bóveda de espejos' bajo el Palacio Coburg, donde aristócratas almacenaban hielo del Danubio.
Visita segura y respetuosa del subsuelo
Muchos viajeros no saben que estos espacios históricos exigen más físicamente que los museos tradicionales. La cripta de la Iglesia Michaelerkirche requiere descender una estrecha escalera de caracol con 36 escalones irregulares, mientras que algunos pasillos de búnkeres obligan a agacharse en corredores de 1.5m de altura. Quienes sufran claustrofobia deberían priorizar las amplias bóvedas mercantiles cerca de Hoher Markt. La iluminación es deliberadamente tenue para preservar artefactos: considera llevar una linterna pequeña (no el brillante flash del teléfono, que el personal puede prohibir). A diferencia de atracciones en superficie, la mayoría de sitios subterráneos no tienen baños ni fuentes de agua por limitaciones de espacio. El respeto es crucial: los cimientos de la sinagoga medieval excavados por el Museo Judío funcionan tanto como sitio arqueológico como memorial. En caso de duda, sigue el enfoque vienés: habla bajo, no toques nada, y deja que los muros de piedra cuenten sus secretos centenarios.