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- Cómo evitar colas en el Museo...
El Museo de Historia Natural de Viena recibe más de 750.000 visitantes al año, lo que genera inevitables colas que pueden arruinar tu tiempo de vacaciones. La frustración de esperar bajo el sol o la lluvia puede eclipsar la emoción de explorar una de las mejores colecciones científicas de Europa, especialmente si viajas con niños o con poco tiempo. En horas punta, las esperas superan los 90 minutos, transformando lo que debería ser un encuentro fascinante con esqueletos de dinosaurios y maravillas celestes en una prueba de paciencia. Muchos visitantes no saben que la elección de la hora y el tipo de entrada afectan su experiencia, mientras que los repetidores desconocen los rincones secretos que adoran los locales. Según encuestas recientes, el 68% de los viajeros culturales identifican las colas como uno de los mayores problemas en sus vacaciones.

Por qué el diseño del museo genera embotellamientos
La grandiosidad arquitectónica del museo trae consigo desafíos operativos que pocos anticipan. La impresionante escalera central dirige a todos los visitantes por un único control de seguridad, mientras que exhibiciones populares como la galería de la Venus de Willendorf crean nuevos puntos de congestión. Las mañanas empeoran el problema, cuando grupos escolares y turísticos coinciden antes de las 11am. Lo que casi nadie sabe es que el museo tiene dos entradas funcionales: la principal en Burgring y una secundaria cerca de la colección de monedas, normalmente reservada para grupos educativos pero abierta al público en temporada alta. La ubicación de las taquillas obliga a formar colas incluso a quienes ya tienen entrada, un detalle que sorprende a muchos. Quienes ignoran estos flujos suelen malgastar sus horas más frescas esperando en vez de explorando.
Horarios clave para esperar solo minutos
Los guías locales revelan que las tardes de miércoles son la ventana dorada, cuando terminan las visitas escolares y aún no llegan los turistas de fin de semana. La hora mágica es entre las 13:30 y 15:30, cuando los descansos para comer reducen las aglomeraciones y la luz ilumina perfectamente la sala de minerales. Los días lluviosos tienen menos colas que los soleados, pues los vieneses prefieren los cafés al aire libre con buen tiempo. Los miércoles por la noche (hasta las 21:00) hay un 60% menos de visitantes, con la ventaja añadida de una iluminación dramática en las salas prehistóricas. Los viajeros expertos coordinan su visita con los domingos gratuitos (el primer domingo de cada mes), llegando a las 15:00, cuando la multitud inicial se dispersa pero aún hay tiempo antes del cierre. Estos trucos no cuestan nada y mejoran enormemente la experiencia, especialmente para fotógrafos.
Cómo elegir entradas como un vienés experto
Aunque las entradas estándar son suficientes para visitas espontáneas, la colaboración del museo con la Vienna City Card ofrece ventajas poco conocidas. Estos pases permiten escanear directamente en los torniquetes sin hacer cola en taquilla, aunque pocos saben que también aplica en la entrada secundaria. Para coleccionistas serios, la membresía anual sale rentable tras dos visitas e incluye acceso temprano exclusivo los sábados. La opción más olvidada es combinar tu entrada con atracciones cercanas como la Casa de las Mariposas, usando pases conjuntos que distribuyen el flujo. Las entradas físicas compradas en estancos (Tabak) ahorran tiempo y, aunque son negocios tradicionalmente de efectivo, aceptan tarjetas. Siempre revisa la web del museo para ver si exposiciones temporales afectan el recorrido habitual.
Exhibiciones secretas sin aglomeraciones
Más allá de la famosa sala de dinosaurios, el museo esconde espacios tranquilos incluso en horas punta. La colección de meteoritos en el 4° piso ofrece vistas impresionantes de Maria-Theresien-Platz con apenas una decena de visitantes diarios. La exhibición de microorganismos en la planta intermedia tres suele estar vacía a pesar de sus fascinantes modelos bioluminiscentes. Los verdaderos conocedores van directo a las vitrinas antropológicas detrás del planetario: estas salas interconectadas albergan artefactos extraordinarios de Oceanía pero carecen de señalización. La terraza en la azotea (accesible por ascensor cerca de la cafetería) ofrece un respiro al aire libre con vistas únicas de la ciudad que el 90% de los visitantes desconoce. Estos rincones no solo brindan tranquilidad, sino que revelan la riqueza del museo que la mayoría pasa por alto.